Dos poemas de Derek Walcott

 

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Desenlace

Yo vivo solo

al borde del agua sin esposa ni hijos.

He girado en torno a muchas posibilidades

para llegar a lo siguiente:

una pequeña casa a la orilla de un agua gris,

con las ventanas siempre abiertas

hacia el mar añejo. No elegimos estas cosas.

Mas somos lo que hemos hecho.

Sufrimos, los años pasan,

dejamos caer el peso pero no nuestra necesidad.

de cargar con algo. El amor es una piedra

que se asentó en el fondo del mar

bajo el agua gris. Ahora, ya no le pido nada a
la poesía sino buenos sentimientos,

ni misericordia, ni fama, ni Curación. Mujer silenciosa,

podemos sentarnos a mirar las aguas grises,
y en una vida inmaculada

por la mediocridad y la basura

vivir al modo de las rocas.
Voy a olvidar la sensibilidad,

olvidaré mi talento. Eso será más grande

y más difícil que lo que pasa por ser la vida.

 

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El amor después del amor

El tiempo vendrá

cuando, con gran alegría,

tú saludarás al tú mismo que llega

a tu puerta, en tu espejo,

y cada uno sonreirá a la bienvenida del otro,

y dirá, siéntate aquí. Come.

Seguirás amando al extraño que fue tú mismo.

Ofrece vino. Ofrece pan. Devuelve tu amor

a ti mismo, al extraño que te amó

toda tu vida, a quien no has conocido

para conocer a otro corazón,

que te conoce de memoria.

Recoge las cartas del escritorio,

las fotografías, las desesperadas líneas,

despega tu imagen del espejo.

Siéntate. Celebra tu vida

 
Derek Walcott (1930 – 2017)

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